«Si no tienes plata, ni contactos, te mueres»

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Una testigo de la crisis por el oxígeno habla para Investiga. Conozca la ruta del insumo en Trujillo, que puede costar hasta 6000 soles el balón en el mercado negro o hacer cola por dos días en una empresa formal. Las clínicas piden costosa garantía antes de recibir a un paciente.

Renato Sandoval González

“Se murió y no le pude llevar el oxígeno”, dijo una señora, terriblemente golpeada por la noticia que llegó a través de su celular. Ella, junto a medio centenar de personas hacían una cola de esperanza por unos cuantos metros cúbicos de este elemento químico que llenen los pulmones de los pacientes con Covid-19.

El tiempo, el aire, todo cuesta en el Perú de emergencia. En La Libertad, el oxígeno llega en balones verdes y plateados, con precios que se elevan cual gas hasta por los 6000 soles en un mercado que se reduce a una llamada telefónica. 

Susana, a quien vamos a llamar de tal manera para cuidar su identidad, relata a Investiga la tragedia a la que se enfrenta cualquier familiar de un contagiado que requiere atención médica en su domicilio. Sí, son aquellos cuya estadística no calculó bien el gobernador regional Manuel Llempén, quien el 30 de mayo se lucía con el aporte de 40 balones de gas de parte de la empresa minera Poderosa.

Cuatro días antes, la otra minera asentada en Pataz, Marsa, había entregado una planta portátil de oxígeno, que sería capaz de producir 30 metros cúbicos de este químico por hora.

Lo que no se dijo es que el insumo serviría solo para los colapsados hospitales trujillanos (Regional Docente, Belén, Alta Complejidad y Lazarte), donde no ingresa nadie más con Covid-19. Quienes deben atenderse en sus propias viviendas, en el mejor de los casos, ya verán ellos. Sus familiares tienen que ingeniárselas para conseguir el oxígeno.

Susana es testigo. Se transporta hacia la cola frente a la empresa ABA-C-Oxígeno, ubicada en Huerta Grande, paradójicamente, frente al cementerio Miraflores de Trujillo.

“Desde el viernes (19 de junio) conseguí los balones. Y el lunes (22) recién obtuve el oxígeno”, relata con la incertidumbre de saber si regresará o no, en un futuro condicionado al espíritu de fuerza de aquella persona cuyos pulmones requieren con urgencia de este químico.

Aquella noche del viernes, con su despintado balón de cuatro metros cúbicos bajo el brazo, se aferró a pensar que lo más difícil ya había sido sorteado. Se equivocó. Apenas comenzaba la travesía de llevar el insumo personal para el paciente que le esperaba, un policía que se contagió durante su labor de custodiar las calles trujillanas.

“Si no tienes plata, ni contactos, te mueres”, sentencia Susana al revelar que solo el alquiler del balón le costó 200 soles, pero tuvo que dejar una garantía de 2000 soles por tres días. Y tuvo suerte. Fue recomendada por un amigo y recogió el balón en la urbanización El Bosque, previo acuerdo con una comerciante informal. Otros, en cambio, deben dejar la vida.

El balón de 6 metros cúbicos es alquilado por 300 soles y 2000 de garantía. Los de 8 y 10 metros cúbicos se han extinguido como los dinosaurios.  

Peor aún, un equipo completo de tanque de 4 metros cúbicos con oxígeno y sus implementos está desde 4600 soles hasta 6000, según la carencia moral del vendedor.

Aquí la oferta y la demanda no la equilibra el mercado, sino los contactos en el teléfono celular. Es muy complicado que alguna de las dos empresas, ABA-C-Oxígeno y Oxígeno Narva, que dotan del insumo a los desesperados ciudadanos que acuden a diario a sus puertas, puedan vender o alquilar un tanque. Lo único que queda es rezar para que algún paciente se recupere o, en el peor de los casos, fallezca y deje el equipo.

Esto último no es un mal pensamiento, sino una realidad.

La atención del viernes se había cerrado a las 10 de la noche. Había que trasnochar para no perder la cola. ABA-C-Oxígeno abriría al día siguiente, a las 8 de la mañana.

“Es terrible ver a la gente llorar porque reciben la noticia de que el paciente ya murió y no necesita el oxígeno. Estaba el día sábado en la cola, casi al final, y una señora estaba por la mitad, todavía; de pronto la llamaron a un costado y se puso a llorar y decir fuerte: ¡se murió y no le pude llevar el oxígeno!”, detalla Susana.

La insensibilidad puede ser producto de la tragedia. Condenable. Pero, en tiempos en que una discreta inhalación de oxígeno puede darle minutos de vida a quien más quieres, tal vez no queda de otra. En la cola, donde la gente zombi resguarda con ferocidad su puesto, la lucha por sobrevivir no deja espacio para la compasión.

“Llegó una chica llorando desconsoladamente, y de frente se fue a la puerta principal; decía que por favor le vendan oxígeno porque ya se moría su familiar. Y la gente se acercó a reclamarle diciéndole que todos tienen a sus familiares muriendo. Finalmente, la sacaron”, manifiesta la testigo.

El sábado tampoco alcanzó oxígeno. El domingo fue muerto. Nadie vendía el bendito insumo.

El lunes apareció una luz. En Narva, de la avenida Condorcanqui, en La Esperanza, un contacto de Susana le permitió conseguir los metros cúbicos que requería. A 15 soles el metro cúbico, canceló 60 soles. Cuando crees que todo está listo, vuelves a caer en el vacío del error.

Para que el oxígeno pueda llegar a los arañados pulmones de un paciente tienes que adquirir otros implementos: humificador, mascarilla y manómetro. Todo a 1100 soles. Y por un contacto. Susana pagó caro su desconocimiento. Otros ofrecen estos equipos por 380 soles, aunque de menor calidad. Lo cierto es que en el mercado negro pueden costar hasta 1600 soles.

Un paciente puede utilizar hasta tres tanques de oxígeno de 4 metros cúbicos, según el estado de su sistema respiratorio. Lo mínimo es consumir un balón por día, dando intervalos mientras responden los pulmones afectados por el virus.

EL COSTO DE LA VIDA

Una vez conectado el paciente con la esperanza de vivir viene el monitoreo. En este caso, tratándose de un agente policial, la Sanidad debió estar en contacto con la familia y el paciente. No lo hace. Los responsables de la institución que debe velar por la salud de los miembros de su comando ni se asoman.

El afectado con Covid-19 tendrá que pararse de su cama, para luego ser trasladado a un laboratorio, donde le tomarán unos análisis. Esto es pan de cada día. Cuesta en promedio 150 soles. El pago por la tomografía oscila entre 210 a 310 soles en Resonorte y Tomonorte (10 soles más), respectivamente.

“Por lo menos te gastas 10,000 soles”, asegura Susana, al recordar que los hospitales de Trujillo no están recibiendo a más pacientes, y pensar en una clínica es un suicidio financiero. Cuando lo hicieron, acertaron.

En la clínica Santa Ana, en el centro de Trujillo, le pedían 40 mil soles de garantía, solo para ingresar al infectado con el nuevo coronavirus; y en Sanna, en la urbanización California, 60 mil soles, fuera de las consultas.

Hoy, martes 23 de junio, Susana volvió por más oxígeno. No lo consiguió. Al igual que ella, cientos de personas dormirán en las afueras de ABA-C-Oxígeno. Tiene temor de dejar su cola por una llamada al celular, como aquel joven que abandonó su puesto luego de escuchar que quien pedía oxígeno se cansó de esperar. “Ya no necesito, ya me llamaron para decirme que acaba de fallecer”, fueron sus palabras, cual campanas que aún retumban en la fila.



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