La dura batalla de las enfermeras

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Paul Acevedo Gutiérrez

Desde indiferencia hasta un trato que bien puede calificarse de inhumano es lo que enfrentan día a día las enfermeras de la región, 36 de las cuales ya padecen el Covid-19.

¿Se imaginan trabajar con un pañal durante seis horas, con el riesgo de contraer infecciones, sometidos al intenso calor de trajes que los cubren completamente y que no son los más apropiados? ¿Se imaginan el temor de manipular cadáveres infectados de un virus que también puede matarlos con esa misma indumentaria precaria? ¿Se imaginan intensas jornadas de trabajo bajo presión que los obliga a bañarse con agua helada a la una o dos de la madrugada?

Cualquiera puede decir que es inhumano, pero es lo que viven día a día las enfermeras de los distintos hospitales de la región y del país y lo que les ha significado a su vez importantes bajas en esta guerra contra el Covid-19.

La decana del Colegio de Enfermeras del Perú, Liliana La Rosa Huertas, reveló cifras escalofriantes. A nivel nacional, 1,290 enfermeras están contagiadas del virus, 9 luchan por su vida en las unidades de cuidados intensivos, 3 enfermeras han muerto y 15 técnicos de enfermería también.

36 ENFERMERAS CONTAGIADAS

¿Y cuál es la situación de las enfermeras en la región La Libertad? La coordinadora de la Oficina de Enlace del Colegio de Enfermeros del Perú, Sandra Gastañudí Torres, la califica de “muy preocupante”.

“Hasta el momento tenemos 36 enfermeras contagiadas, sin embargo, nos falta contar Chepén. Estamos muy preocupadas por lo que sucede allá”, indica. Como se sabe, Chepén es la segunda provincia de toda La Libertad con más casos de contagio después de Trujillo y con una tasa de letalidad del 10%, la más alta del país. En términos prácticos, esto quiere decir que de cada 100 pacientes infectados con el Covid-19, 10 fallecen. Así de grave.

De esta cifra, más de una veintena de las enfermeras infectadas son del Hospital EsSalud Víctor Lazarte Echegaray, también hay contagiadas del Hospital de Alta Complejidad Virgen de la Puerta y del Hospital Belén.

Conseguir esta información, confiesa Gastañudí Torres, ha sido muy difícil sobre todo por la poca colaboración de las instituciones de Salud. Indica que su mayor temor es que existan más enfermeras infectadas que temen revelar su estado de salud ya sea por miedo a quedarse sin trabajo (muchas laboran bajo la modalidad de CAS) o porque sus nombres pueden ser filtrados a las redes sociales.

“Cuando ocurrió el contagio masivo del Hospital Lazarte (25 de marzo), varias enfermeras se infectaron. Lo peor es que nunca se las envió a cuarentena, sino que ellas mismas se ausentaron porque empezaron a tener los síntomas. Y, encima, el gerente (de la Red Asistencial) de EsSsalud en La Libertad, José Carranza, las tildó de negligentes cuando no fueron las enfermeras las culpables del contagio, sino que el triaje a cargo de un médico falló”, denuncia la coordinadora de la Oficina de Enlace.

SE AUTOMEDICARON PARA SALVARSE

Pero, el drama de estas enfermeras no termina allí. La mayoría de ellas solicitó al área de epidemiología que sus familiares sean sometidos a las pruebas, pero no fue posible para todos, hasta hoy.

“Hubo mucha indiferencia. Las enfermeras contagiadas se han salvado porque ellas mismas se han tenido que automedicar, es decir, han tenido que aplicar sus propios conocimientos para tratarse, pero aún hoy tienen los síntomas y evitan ir a trabajar para no contagiar a sus colegas y a los propios pacientes”, agrega.

Golpeadas por el abandono de una institución de salud que no las atiende, las enfermeras han decidido hacer público su pliego de pedidos.

“Primero exigen que el gerente de EsSalud, José Carranza, las desagravie porque las tildó de negligentes, también exigen que se les otorgue los equipos de protección personal (EPP) adecuados, que las enfermeras que se contagiaron hagan trabajo remoto orientando a los pacientes, que se les practique las pruebas completas para determinar su real estado de salud, y que se les otorgue media UIT (Unidad Impositiva Tributaria) del Fondo de Ayuda Mutua (FAM) del Consejo Regional II- La Libertad que es para fines humanitarios. Para esto último pedimos que se les facilite el certificado médico de descanso por Covid-19 y el informe de la prueba positiva. Con estos documentos, las enfermeras podrán gestionar la media UIT”, manifiesta Sandra Gastañudí.

Mientras aguardan que estos pedidos se concreten, las enfermeras continúan en la primera línea de batalla atendiendo a todos los pacientes infectados, entregando todos sus conocimientos y hasta la vida si es posible, enfrentando a un virus bastante contagioso y a un sistema de Salud que se niega a reconocerles su verdadero valor en esta guerra.



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