El alcalde de Trujillo, Arturo Fernández, regresó a la Municipalidad Provincial y una de sus primeras acciones fue instalar una grotesca escultura de un macrofalo en el palacio edil
REDACCIÓN INVESTIGA
Tras someterse a una delicada operación de cadera en la ciudad capital, el alcalde de Trujillo, Arturo Fernández, regresó a la Municipalidad Provincial, pero con una escultura bajo el brazo.
Se trata de la figura de un macrofalo, que sigue la vena de los llamados huacos eróticos que instaló cuando fue alcalde de Moche. Sin embargo, a pesar de tratarse de un regalo de un empresario hacia él, la autoridad ha desatado el escándalo al instalarlo en la entrada al palacio edil que representa a la ciudad.
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Curiosamente, la escultura, que rompe con la majestuosidad del municipio, está ubicada al costado del busto del benefactor trujillano Víctor Larco Herrera, cuyo nombre precisamente también fue prestado para designar al Hospital Psiquiátrico Víctor Larco Herrera de Lima.
“Ese huaco para mí es fascinante, es una réplica de un huaco mochica. Aquí no se trata de pornografía, los europeos se sienten fascinados, no por el morbo; los europeos no son morbosos ni cucufatos, sino por cómo una cultura tan antigua ha podido ser tan expresiva y más expresiva que la cultura de la India y las europeas mismas”, manifestó Arturo Fernández halagando la grotesta escultura.
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