
La playa de Buenos Aires, ha sido durante décadas el vertedero silencioso de aguas residuales sin tratar. Ante ello, el alcalde provincial de Trujillo, Mario Reyna, exigió que los regidores tomen acciones concretas y urgentes.
Tres décadas de contaminación del mar
Son más de 30 años de descargas continuas de desechos domésticos e industriales que fluyen directamente al mar. Actualmente, se vierten 450 litros por segundo de aguas crudas y parcialmente tratadas, lo que convierte al litoral de Buenos Aires en una amenaza latente para la salud pública. A esto se suma el uso ilegal de estas aguas para el riego de cultivos entre Buenos Aires y Huanchaquito, una práctica insalubre que debe ser investigada.
El colapso de las antiguas Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Sedalib, ubicadas en Covicorti y El Cortijo, ha llevado a un punto crítico de saturación. Cerca del 70% de las aguas servidas de Trujillo terminan en el mar, cargadas de heces, grasas, vísceras y más. La bahía ya muestra signos de deterioro bacteriológico, afectando no solo el ecosistema marino, sino también la calidad del turismo y la seguridad de los bañistas.
Autoridades no hacen nada…
Durante una exposición ante el Concejo Municipal, el funcionario de Sedalib, Juan Mimbela, lanzó una pregunta contundente: “¿Quién reclama por esto?”. La pasividad institucional ha permitido que este crimen ecológico continúe sin freno. Las autoridades competentes —OEFA, ANA, Digesa, SUNASS— deben intervenir ya, antes de que el daño sea irreversible. No actuar equivale a complicidad.
El alcalde Reyna propone una nueva PTAR a gran escala, impulsada por Proinversión pero financiada por el Estado. Trujillo no puede seguir ignorando un problema estructural que afecta a su población, su salud y su costa.