Cultivos ilegales de coca amenazan territorios indígenas y áreas protegidas

La expansión de los cultivos ilegales de coca en Perú plantea un doble desafío: obstaculiza la lucha contra el narcotráfico y amenaza gravemente los territorios indígenas y áreas protegidas del país. 

Un reciente informe de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) revela una alarmante expansión de esta actividad durante el 2023 en dichas zonas. 

Esta situación no solo pone en riesgo ecosistemas frágiles, sino que también exacerba la vulnerabilidad de comunidades ancestrales, lo que agrava la crisis ambiental y social.

Parque Bahuaja Sonene: La ANP más afectada

Según el reporte de monitoreo de cultivos de coca, en 2023 la superficie cultivada en áreas naturales protegidas y sus zonas de amortiguamiento alcanzó las 14 757 hectáreas, representando el 16 % del total nacional, que es 92 784 hectáreas. 

El Parque Nacional Bahuaja Sonene y su zona de amortiguamiento se encuentran entre las áreas más afectadas, con un total de 5 705 hectáreas de cultivos de coca. 

Este parque, conocido por su rica biodiversidad y ecosistemas únicos, enfrenta una presión creciente que puede desestabilizar su equilibrio ecológico.

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Mapa de superficie cultivada con hoja de coca en el Parque Nacional Bahuaja Sonene y su zona de amortiguamiento. 

Zonas de amortiguamiento de ANP

Las zonas de amortiguamiento de las áreas naturales protegidas también están bajo amenaza. En la Zona de Amortiguamiento (ZA) del Parque Nacional Cordillera Azul, la superficie cultivada con coca ha aumentado de 691 hectáreas en 2019 a 2 990 hectáreas en 2023, lo que representa un crecimiento del 333% en este período​. 

Los distritos más afectados incluyen Padre Abad, en Ucayali, con 648 hectáreas, y Vargas Guerra, en Loreto, con 500 hectáreas​. Asimismo, la Reserva Comunal El Sira ha experimentado un aumento significativo en la superficie de coca cultivada, pasando de 427 hectáreas en 2019 a 1 568 hectáreas en 2023, lo que representa un incremento del 267%​. 

Este aumento pone en peligro la biodiversidad y los esfuerzos de conservación realizados por las comunidades locales y las autoridades.

Territorios indígenas

En territorios indígenas, los cultivos de coca ocuparon 17 434 hectáreas en 2023. El informe destaca que la superficie cultivada de coca se encuentra presente en territorios de 19 pueblos indígenas diferentes, incluyendo Awajún, Shipibo-Konibo, Yanesha y Matsigenka, entre otros. Los territorios habitados por los pueblos indígenas Ashaninka ( 5 629 hectáreas) y Quechua (4 334 hectáreas) son los más afectados, concentrando el 57% de estos cultivos. En cuanto a las comunidades campesinas, se identificaron 4,381 hectáreas de cultivos de coca en 20 comunidades, principalmente en la zona del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). Cinco comunidades Quechuas en esta región concentran el 68.9% de estos cultivos.

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En solo dos años, los cultivos de coca dentro de la Reserva Indígena Kakataibo aumentaron de 171 a 416 hectáreas, un incremento del 144%. En la foto se observa una plista clandestina en territorio kakataibo. (Foto: Aidesep) 

Reserva indígenas

Un caso crítico se observa en la Reserva Indígena Kakataibo Norte y Sur, establecida en 2021 y situada en los departamentos de Loreto, Ucayali y Huánuco. En solo dos años, los cultivos de coca dentro de la reserva aumentaron de 171 a 416 hectáreas, un incremento del 144%. Esta situación es particularmente grave, dado que estos pueblos son extremadamente vulnerables al contacto externo. También, se han detectado cultivos de coca en áreas que están en proceso de ser categorizadas como reservas indígenas o que recientemente han obtenido su estatus. Un ejemplo notable es la Reserva Indígena Sierra del Divisor Occidental (162 hectáreas), cuya aprobación se logró en mayo de este año. 

Desafíos 

El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) ha implementado diversas acciones para contrarrestar esta tendencia. En 2023, se ejecutaron 4 767 patrullajes en 17 áreas naturales protegidas donde se identificaron cultivos ilícitos.  

Su expansión degrada ecosistemas únicos y amenaza la supervivencia cultural y física de pueblos indígenas altamente vulnerables. Además, su presencia a menudo va acompañada de otras actividades ilegales y puede llevar a conflictos territoriales y sociales. 

Un ejemplo de esta situación es el impacto de esta actividad ilícita en el pueblo kakataibo, quienes hoy exigen justicia por la reciente muerte de su líder Mariano Isacama. Conoce su historia aquí.

Lea la nota original aquí o visita el medio Inforegión

 

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